POR:SHEILA GARZA
¡Si por favor! Las mujeres solicitamos más voces femeninas, más sillas, más lugares, más espacios, más representatividad, más dinero, más respeto, más empatía, más apoyo, más proyección, más participación plural. Llamémosle equidad y algo de justicia.
Históricamente hemos tenido que luchar y batallar bastante más contra lo regularmente establecido por la sociedad, contra normas restrictivas y los estereotipos de género. Y eso significa que nos limitan, que vulneran nuestros derechos más mínimos y que nos violentan de muchas formas.
El camino ha sido largo y doloroso, aún hace falta crear conciencia hasta en nosotras mismas que como mujeres solemos comprometernos en el papel que nos toca más allá de un cien por ciento, por encima habitualmente de nuestras necesidades propias.
Y qué decir de la mujer latina, donde entramos por supuesto las mujeres mexicanas, antes que una misma, están nuestros hijos, nuestras parejas, nuestras familias o nuestros empleos a veces ni quiera bien remunerados, pero con un trabajo sumamente explotado.
Somos mujeres y así como los hombres somos personas claves en la sociedad actual. Y podemos hacer un equipo en suelo parejo.
Y si, hemos logrado conseguir votar en elecciones, y si ahora doblemente trabajamos, y si nos llaman a veces liberales por levantar voces cuando se puede, cuando nos dejan o cuando nos revelamos. Y si, hay mujeres que bien nos han representado a lo largo de la historia para figurar y engrandecer nuestra imagen, pero aún siguen siendo pocas y nosotras urgimos por más, urgimos por redistribuir mejor entre nosotras y ellos el valor que se da en un estricto sentido social, laboral, económico, de participación y toma de decisiones en la sociedad porque somos capaces y ya nos lo merecemos.
Ayer se conmemoró el “Día Internacional de las Mujeres Rurales”. Hace apenas 12 años la Organización de las Naciones Unidas reconoció la labor de una mujer en los trabajos del campo, de la siembra, de la cosecha y de la producción del alimento en su totalidad; sin embargo, la misma organización destaca que una cuarta parte de la población mundial está conformada por mujeres rurales campesinas que sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas o buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, a los créditos, a los materiales agrícolas, a los mercados o a las cadenas de productos cultivados de alto valor.
No nos vayamos lejos, en nuestro país y en el estado de Chiapas, las mujeres aún no logramos equilibrar nuestra participación ni dentro de las comunidades indígenas, como tampoco en las zonas urbanas.
Durante el conversatorio llevado a cabo ayer denominado “Paridad de Género en Municipios Indígenas de Chiapas” la Presidenta de la Comisión de Pueblos Indígenas, diputada Irma Juan Carlos de la Cámara de Diputados en el Congreso de la Unión reconoció que todavía en la actualidad en las zonas indígenas “los varones son los que tienen más derechos de heredar, de obtener tierras, de ordenar y mandar, de ocupar puestos políticos y las mujeres seguimos siendo excluidas en las tomas de decisiones, incluyendo los servicios básicos como el acceso a la salud, a la educación, al trabajo remunerado. Y aunque hay cosas que han cambiado, así como los tiempos, hay un tema de justicia social pendiente”.
En el mismo evento virtual la Secretaria de Igualdad de Género de Chiapas, María Mandiola Totoricaguena, estimó que aún cuando se vive un momento de transformación en el país, inciden en las estructuras sociales profundamente arraigadas; donde el patriarcado genera resistencia al cambio. ¡Claro!, ¡Por supuesto!
Pero eso no sólo es exclusivo de las zonas marginadas, en la misma ciudad el tema laboral es obvio, hasta en la Administración Pública en cualquiera de los tres órdenes de Gobierno, los puestos claves mejor remunerados son ocupados por varones. Ah! Todavía no me cree. Ahi le va un claro ejemplo o un ejercicio muy sencillo, si tan sólo observamos en la página oficial el Directorio de Funcionarios Públicos del Gobierno del Estado ( en el que se obliga la paridad de género en los cargos de primer nivel ocupados por las Secretarias y Secretarios), los demás espacios ocupados en Subsecretarías, Coordinaciones, Direcciones, Subdirecciones y Jefaturas de Departamentos o de Áreas están llenos de nombres y apellidos del sexo masculino.
Pero bueno, vamos más hacia lo ordinario en la vida de las familias…¿quién alivia la carga de los cuidados de los padres o los hijos?, ¿cuántas veces no se han escuchado frases como por ser mujer le toca cuidarlos o ese no es un trabajo de hombres?.
Las mismas mujeres estamos impuestas a un rol que cumplimos con gusto si se trata del cuidado superior de la familia, así nos educaron, así nos acostumbraron, así funciona regularmente.
Falta largo camino que recorrer, falta que nosotras mismas eduquemos desde casa a nuestros hijos como seres humanos iguales, sin distinciones, ni diferencias. Que no carguemos de más sobre un lado o sobre el otro por ser mujer o por ser hombre.
Los ejemplos a partir de casa, seguido en las escuelas, en los centros laborales, en las leyes que deben respaldarnos. No bastan unos cuantos lugares, los queremos por igual porque somos capaces hasta de subir escaleras altas, manejar un montacarga, ordeñar vacas y lidiar con toros,, ser grandes científicas o investigadoras y esto sin dejar de ser femeninas.
