Con dos líneas y media en el Informe Presidencial, manifiesta la
poca importancia que tiene hacia el desarrollo del sector primario
El presidente afirmó sin rubor “En el campo se está produciendo
sin limitaciones; el año pasado la producción agropecuaria
aumentó 2 por ciento y esa misma tendencia se registra en lo que
va de 2021”.
En los últimos años, los panegiristas afirman que “tenemos una balanza de
pagos superavitaria” en el sector agropecuario, sobre todo en lo que se
refiere a exportación de productos como cerveza, tequila y las tradicionales
frutas tropicales, hortalizas; en los últimos años se da una gran demanda en
los mercados internacionales de frutas denominadas “berries”, como las
fresas, frambuesas, arándano azul, zarzamora, entre otras, y también en
aguacate.
Se habla y se destaca que se han desarrollado grandes centros de
producción de estas frutillas en varios estados mexicanos, entre los que
destacan Jalisco, Michoacán, Colima, Guanajuato, Morelos, etc., pero no se
informa que el 80 por ciento de las inversiones que requieren los
productores, procesadores y exportadores, son de origen chileno y de
California, EU.
Para no profundizar, diremos que la industria de la cerveza, en su mayor
parte, cuenta con capital extranjero. Las grandes empresas cambiaron de
dueños mexicanos a belgas, brasileños, alemanes y norteamericanos. Las
marcas altamente comerciales de tequila, su capital es inglés y de EU. Y
bueno…
Los inversionistas extranjeros en esta materia, han hecho el gran negocio
por la sencilla razón de que cuentan con tecnología avanzada y dominan los
mercados de exportación, mientras que la aportación de los mexicanos se
circunscribe a aportar los recursos naturales de tierra y agua, climas y
esquemas intensivos de producción traducidos en mano de obra barata.
Al margen de ese superávit en la balanza de pagos, al cual contribuyen los
productores de tomate, chile jalapeño, pimiento morrón, berenjenas y otras
verduras y hortalizas, hay más de 20 millones de mexicanos que viven en
las mismas condiciones en que lo hacían las familias mexicanas de siglos
pasados.
En el medio rural habita alrededor del 25 por ciento de la población
mexicana, equivalente a algo más de 30 millones que se dedican a la
agricultura, ganadería, forestería, agroindustria y el comercio, la mayoría en
condiciones de subsistencia. Del campo directamente viven, según estiman
estudiosos de estos temas, alrededor de 10 millones de mexicanos.
El tema del campo no es, de ninguna forma, glamoroso. Los medios de
comunicación de todo tipo, dedican poco espacio a este sector, a no ser que
se trate de inundaciones, de sequías y otros siniestros que ponen en
evidencia la poca, muy poca atención de parte de las autoridades federales,
estatales y municipales.
Muy pocos tratan los temas sobre la ignorancia que hay en muchos
pueblos, falta de infraestructura, de la pobreza rural y de otros temas
derivados de esas condiciones de vida, como la desnutrición que padece el
55 por ciento de la población del país, no solamente del sector primario,
sino también de la población ubicada en la periferia de las ciudades
grandes, medianas y pequeñas.
El campo en México, ha venido a menos desde hace más de 50 años. Si lo
vemos desde una perspectiva de mediano y largo plazo, el país pasó de
exportador de granos, como maíz y trigo, a importador neto de esos granos
y además de oleaginosas, frijol y derivados cárnicos de res, cerdo y pollo, lo
mismo que en leche, donde nuestro país compra una tercera parte –6 mil
millones de litros anuales—para completar la demanda nacional del
alimento.
Se supone que en nuestro país no se permite el cultivo de maíz como
producto de un proceso de mejoramiento genético; es decir, que la semilla
sea transgénica.
Posiblemente sea cierto que el maíz nacional que se utiliza para las
populares tortillas que todos consumimos a diario, no sea “organismo
genéticamente modificado” (ha habido protestas de parte de productores de
varios estados, Oaxaca uno de ellos), pero de que se importan más de 17
millones de toneladas de maíz amarillo, producido en la Cuenca del
Mississippi en EU, con características de OGM, es un alimento que utilizan
abiertamente los engordadores en la industria pecuaria mexicana.
En los últimos tres años del actual gobierno, para nadie es un secreto que
los recursos presupuestales para impulso del sector agropecuario, se han
reducido drásticamente. El sector rural requiere de subsidios, porque
históricamente se le ha escatimado apoyo. Baste recordar que los gobiernos
anteriores establecían precios bajos de garantía para granos básicos, “por
el riesgo de que esto se reflejara en los índices de inflación y en el ingreso
de la población urbana”.
Es verdaderamente increíble que, en el tercer informe del Presidente López
Obrador, en sólo dos líneas, afirmara que “en el campo se está produciendo
sin limitaciones; el año pasado la producción agropecuaria aumentó 2 por
ciento y esa misma tendencia se registra en lo que va de 2021”.
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Pascacio Taboada Cortina. Cel. 55 16 49 23 34
Jorge Martínez Cedillo. Cel. 55 16 45 78 62
